miércoles, abril 27, 2011

Piel de despegue


Mueve la insurgencia con la misma insinuación con la que memoriza el viejo mundo. Acaricia. Baila en el colchón de la discoteca y preferiría no tener que decidir. Sabe ganarse la ecuación del futuro. Pisotea convencionalismos y enciende canciones cuando le viene en gana. Le gusta estudiar la osamenta del genio inglés. Deslumbra en el vagón.

Extravagancias del corazón


La alegría de toda la vida contra la antipatía puntual (enfadado con ínfulas de especial). Los samurais amables (Casillas, Albiol, Arbeloa, Alonso) contra los poetas del balón (Xavi, Messi, Alves-ponte bueno, Andrés-). El heroísmo dirimiendo éxitos con la belleza. El arcángel mostoleño contra los escogidos por las diosas. El impulso chulapo contra la genuina humildad. La velocidad y afinación contra el talento depurado. La elegancia (Xabi) contra la elegancia (Xavi). El talento (Ozil) contra la genialidad (Messi), el instinto (Ramos) frente al imperialismo (Piqué). Cámaras. Europa. Acción...

Messi improvisa.
Mini genio decide.
Bala belleza.

domingo, abril 24, 2011

Casillas


Piernas salvajes.
Leyenda hecha de días.
Reino sensatez.

Xabi Alonso


Maestro del pase.
Elegante conductor.
Alma y metrónomo.

Iniesta


Invisible luz.
Cintura, ponte cómoda.
Precisión.

Ozil


Talento baile.
Ponte ahí, esférico.
Atrevido pase.

Guardiola


Geométrica velocidad.
Mapa de elegancia.
Detalles cósmicos.

El deshielo íntimo


No ha aparecido ningún sospechoso con
un piano de cola.

Estoy grabada aquí,
en directo,
en escasos centímetros
cuadrados
de mi pequeño ambulante

teatro de piel.

Aquí también me acabaron.
Y se oye hasta la respiración del intérprete.

Tocarte siete noches seguidas es un lujo.

Almodóvar


Chorros visuales.
El son del disparate.
Humor con espinas.

Mi primo escualo


Claridad mental.
Espaguetis nocturnos.
Duchas de whisky.

Azotea


Sillas de espuma.
Minifaldas con hambre.
Siempre la música.

viernes, abril 22, 2011

Biengastarte


Buscado vaciado baile.
Dedicación para encender la arena,
ternura para transformar el rugido.

Conversar y acariciarte.

Pies de océano verde.
El sereno estremecimiento
y el eco de la piel.

Conversar y acariciarte.

Bebemos, hablamos, volamos.
El tiempo se repara.
Rastro cósmico en nuestros

acercamientos.

miércoles, abril 20, 2011

El yin y el yang


A un lado, la filarmónica del balón. Una colección solistas bajitos que miman el esférico y le conducen a un triángulo de placer hecho de velocidad, precisión y fantasía. Una banda exclusiva que genera admiración universal en la misma medida en que representa a un pueblo lleno de sueños, arrogancia y una forma poética de ver el mundo.

Al otro, el instinto depredador de los perfeccionistas con leyenda. Gente alta, también veloz, y afinada en el propósito de darle vértigo y sentido al balón y a la felicidad millones de hinchas. Lo importante es el resultado, dice esta banda, que a veces desbarra en su hambre de excelencia. La suya es una manera incluyente de celebrar.

martes, abril 19, 2011

Sólo soy un trozo de agua


El parque ignora los insultos de los lagartos veloces de la autopista. El parque es femenino. Lleva la sonrisa puesta, las manos entretejidas con quien sabe escucharla y la camiseta forrada de promesas. En vez de romper corazones, los cautiva. Hace fotografías de tu mirada y baila en el descanso de tus tormentas. Lame tus escamas. Es un mar colmado de tiendas de campaña que conserva su misterio y calidez.

lunes, abril 18, 2011

Espuma de edredones


Piel de buena uva.
La viñeta de esta vida se hace cercanías.
Palabras tentadoras, fuera del espacio.

La isla se hace madrileña.
Si todo ha sido amplio, tenemos que volver.
Esta historia es de estar cómodos.

Acercadas constelaciones.
Pies sinfónicos y la mano en su natural habitación.
Imaginativos que brindan con sus cáscaras.

Fascinación fabricada con fiebre de frutas.

martes, abril 12, 2011

El Médano


Cuerpos brújula.
Salvajismo belleza.
Libertad mentes.

Sábanas salinas


Los pechos de pan.
Y colecciones de agua.
Latidos de voz.

Saber perder


Descenso lento.
Mirada macerada.
Voltaje búsqueda.

Aroma universal


Piernas ceñidas,
pechos con curiosidad.
Lectora de azul.

jueves, abril 07, 2011

Provincia del sueño


Teatro expectante.
Gladiadores y gloria.
¿Destino? Amplio.

El deshielo humano


No ha aparecido ningún sospechoso con
un piano de cola.

Estoy grabada aquí,
en directo,
en escasos centímetros
cuadrados
de mi pequeño ambulante

teatro de piel.

Aquí, además, damos conciertos.
He sufrido también varias embestidas del

destino.

Aquí también me acabaron.
Y se oye hasta la respiración del intérprete.

Tocarte siete noches seguidas es un lujo.

Comer, rezar, sentir.
Y un abrazo.

martes, abril 05, 2011

Un puente llamado agonía


Emil Zápotek es un adolescente que se gana la vida en una tienda de zapatos desde los dieciséis años. Emil es simpático, agradable (especialmente con las vecinas con un rango de edad parecido al suyo) y metódico. Ama su oficio y detesta al deporte. Hasta el punto que hace suya la opinión de su padre: “el deporte es una pérdida de tiempo”. Idea que por cierto no comparten varios de sus hermanos.

Años cuarenta. Son tiempos difíciles en la República de Checoslovaquia. Primero, el país soporta como buenamente puede la embestida y colonización del nazismo. Después recibe con alborozo la llegada de las ‘proletarias’ tropas soviéticas, que con el paso del tiempo se revelaran como la otra cara de la moneda totalitaria formulada por Hitler.

En mitad de estos vientos ásperos, Emil se ve obligado a correr una carrera con la gente de su fábrica de zapatos. No me gusta un pelo la idea. Prueba toda clase de estratagemas para ausentarse de la misma, como que su corazón no está en buenas condiciones. Ninguna surte efecto. Ya que le han metido en ese embolado, Emil, que nunca antes ha corrido una carrera, da lo mejor de sí y acaba segundo en una competición informal en la que han tomado parte unas 100 personas.

A partir de ahí, las cosas suceden casi por accidente. La rutina se complica en la fábrica de zapatos: más exigencias, decrecientes condiciones de trabajo... Y Emil decide probar en nuevas carreras, alentado por sus compañeros, que han alucinado con su primera incursión en el terreno atlético. Le coge gusto al asunto. Y empieza a correr como un salvaje. Siempre en solitario. Las mañanas, los bosques, la temperaturas gélidas. El escenario más adverso es el mejor combustible para su evasión.

Porque, consciente o no, Emil corre con tanta locomoción para darle un corte de mangas a la miseria material y moral que le circunda. E es un autodidacta, que escucha los dictados de su instinto y prueba con series cortas de velocidad en medio de sus demostraciones de resistencia. Algo insólito para la época. Pero tiene sentido. Cuando se acerca a la meta, precisa de un despegue extra para colgarse las guirnaldas que distinguen a los mejores. ¿Quieren una definición de talento? Pasarlo bien mientras bordas tu oficio. El señor Zápotek cumplía de sobra esa condición.

Por eso empezó a engordar pronto su palmarés al más alto nivel, con lo que el ejército checo no tardó en apadrinarlo bajo su ala, hasta el punto de que dentro de sus filas prosperó hasta el rango de coronel. Aunque su primer hito principal llego con los Juegos Olímpicos de Londres. Había estaba Emil. Alto y desgarbado. Un solo hombre detrás de la bandera de su país, con su desmadejada chaqueta del chándal encima y unos pantaloncitos blancos debajo. El soldado estadounidense que portaba la enseña quería morirse de la vergüenza y el público no tuvo muchos miramientos para empezar a reírse. Pero esa sensación de fuera de juego cambió en el lapso de poco tiempo.

Casi sin solución de continuidad, Emil corrió los 10.000 metros y maravilló al público londinense. Aquellos Juegos estaban signados por la tragedia de la Segunda Guerra Mundial. Algunos de los mejores atletas del planeta habían perdido la vida en la contienda. Pero la posteridad tenía otros planes para aquella cita. Tras algunos problemas burocráticos para participar en la carrera (el hombre sólo ante el sistema), Emil fluyo como un río entre afinados competidores.

Su estilo era el de una locomotora humana a punto de descarrilar, poniendo al límite la energía de su cuerpo. La cabeza adelantada, casi hundida entre los hombros, un rictus de sufrimiento en la cara y los brazos y las piernas moviéndose espasmódicamente. La agonía como puente para rebasar los límites del hombre. Así hasta distanciar con nitidez a sus rivales en esos 10.000 y convocar el asombro en los aficionados.

Un par de días después, Gaston Reiff, un atleta belga que tampoco tenía una relación cordial con la elegancia, le ganó la partida por bien poco. De milagro, Emil no le remontó la distancia que le llevaba, pero al último latigazo del prodigio checo le faltaron 50 metros de tartán. Sea como fuere, a partir de entonces Zápotek pasó a ser un mito en vida, envuelto en el manto de misterio propio de quien pasa a estar sobre resguardado a la opinión pública. Miedos de la jaula comunista, que no quería que uno de sus elementos más eficaces de propaganda tuviera la tentación de pasarse al otro bando; deserciones así ya se habían consignado unas cuantas…

Zápotek era también una personalidad fuera de las pistas. Como nota común, gastaba sonrisas como otros respiran. Su buen humor encontró documentación ante las cámaras, como en la maratón de Helsinki, cuando se permitió bromear con los camarógrafos cuando había otros compañeros de fatigas que se estaban desplomando sobre el asfalto. Emil no pensaba mucho las cosas, simplemente seguía la canción de su instinto.

Por eso se acercó a felicitar una bella lanzadora jabalina que acababa de ganar la competición en los campeonatos nacionales. La chica se llamaba Dana y recibió de buen grado el ramo de flores de Emil. La cortesía de felicitar al ganador la repitió ella en la carrera siguiente. La respuesta de Emil no se hizo esperar: “Oye, creo que deberíamos irnos a vivir juntos porque dentro de poco tendré que volver a felicitarte, y como tengo la convicción de que vamos a ganar muchas competiciones, lo mejor será facilitar esas felicitaciones”. Sonrisa de ganador. El resto ya os podéis imaginar cómo discurrió. Dana (que todavía vive) y Emil se convirtieron en uno de los matrimonios más famosos de su época.

No le faltaba carisma a este tipo. Tampoco talento y una voluntad de superación fuera de los manuales. Por eso arrasó en los Juegos Olímpicos de Helsinki, donde completó con un triple oro la santísima trinidad del fondo mundial: 5.000 metros, 10.000 metros y maratón. En las dos primeras pruebas, reprodujo su coreografía de agonístico que estira el vuelo cuando otros declinan.

Mientras que en la maratón se empeló con una serenidad y elegancia que nunca mostró en la pista. Eran sus primeros 42 kilómetros y 195 metros en competición oficial. Cuando se acercó a la línea de salida, preguntó por Peters, un atleta británico que era ‘recordman’ de la especialidad en aquel tiempo. Lo encontró y le saludó con un “encantado de conocerle”. El ufano británico no podía sospechar que detrás de esa cordial maniobra de escondía la voluntad de tomarle la matrícula.

Claro que la ingeniosa idea (necesitaba una buena referencia, un ritmo adecuado en una distancia desconocida para él) perdió sentido a lo largo de la carrera. Peters se vino abajo y Zápotek tiro con la determinación de quien está acostumbrado a seguir su propio ritmo de leyenda.

El resto es material para la dignidad y la pesadilla. Dignidad porque cuatro años después, recién operado de una hernia, Emil se sobrepuso del sufrimiento (también en una maratón) en Melbourne y tras vomitar y verse obligado a parar para tomar aliento, acabó la prueba en la sexta plaza, entrando en el estadio como los más grandes, saludando con la gorra y concluyendo con dignidad su recorrido por la gloria.

La pesadilla vino después. Emil había visto mundo. Se había maravillado con las mujeres de Francia y la sofisticación de sus estadios y ciudades. También con otros lugares a los que de cuando en cuando le permitían competir, como en Brasil, donde había miseria sí pero también se respiraba la alegría de quien tiene libertad de movimientos y acceso indefinido a la fiesta

Por eso no dudó en pronunciarse a favor de un sistema más libre y diverso, como el que proponía el entonces presidente checo, Alexander Dubcek, pero la madre castradora, la Unión Soviética, no quería desviaciones en su poder centralizador y metió los tanques, la humillación y el silencio en aquella Praga del año 68, que vivió una efímera primavera. Los soviéticos, cultivados en el arte de machacar a los disidentes, encomendaron toda clase de penosos cometidos a Emil, el héroe del pueblo, que pasaba así a ser postergado por el sistema que hasta ayer había presumido de sus logros.

Entre sus oficios, el de basurero. Pero a veces la justicia poética surge también en las condiciones más adversas. Sus compañeros de gremio no le dejaban recoger la basura praguense. Hay lugares a los que no puede llegar el chasquido metálico de un abuso oficial. Emil pasó aquellas noches saludando a sus conciudadanos mientras sus compañeros le pedían que fuera corriendo suave delante del camión. La gente del sistema podrá decir que Emil se retractó de su apoyo a Dubcek, pero aquello no fue más que una operación cosmética para sobrevivir. ¿No lo hubieras hecho tú?

Emil vivió 73 palos. Se convirtió en un viejo venerable y bromista, justo destino para un hombre que supo mantener la dignidad también en la adversidad. Un hombre astro y, misterios del destino, un tipo también acribillado por el sistema. Como la mayoría de nosotros, E demostró que no siempre es fácil, pero que si mantienes la serenidad acabas encontrando puertas de salida, aunque sea a fuerza moverte rápido, hacia un destino más amable.

(Gracias a Paco, cuyo regalo de cumpleaños, ‘Correr’ de Jean Echenoz, inspiró estas líneas, apuntaladas por la sabiduría del maestro Segurola)

Dario Gallinari


Espaldas de estibador.
Gestos de inflama públicos.
Muñeca de hondo arquero.
Fabricante de mejoras.

Cosas que construir en Denver.
Veintidós años, veintidós sueños.
Improvisa las potencias,
calcula las sutilezas.

Futuro sin rendiciones.

En la no frontera


Vivo aquí al lado.
Me dicen niña noche.
Mejor no me preguntes.

Vivo en la no frontera,
con las conciencias rotas.
Mejor no me preguntes.

Me aguantaré el miedo.
Inspiro a inspirada.
Mejor no me preguntes.

Me esfuerzo por no llover.
Mi voz, suave dignidad.
Mejor no me preguntes.

sábado, abril 02, 2011

Derrotas dignas


Trabajo en equipo.
Limitaciones disueltas.
Paciencia y actitud.

viernes, abril 01, 2011

Los amigos


Viajante hermano.
Cercanas carcajadas.
La alegría.